Un 16 de noviembre de 1806 nacía Mary Peabody Mann, una mujer cuya empresa educativa es poco conocida en Argentina. En el aniversario de su nacimiento, la investigadora Marinela Pionetti realiza un repaso por sus aportes a la educación, la salud y los derechos de la mujer.
Por Marinela Pionetti
“Mi estimado amigo, por favor, no hable de mí en público. No hago ningún trabajo público y no tengo lugar entre las mujeres distinguidas del mundo”, le escribía Mary Peabody Mann a Sarmiento en diciembre de 1873, naturalizando su lugar secundario en la esfera pública. Efectivamente, desde Horace Mann, su marido y promotor de la educación común en los Estados Unidos, hasta Sarmiento mismo, pasando por su hermana mayor Elizabeth Peabody, la “abuela” de los Jardines de Infantes, y su cuñado, Nathaniel Hawthorne, sus amigos Emerson y Longfellow, todo el entorno de Mary obtuvo mayor trascendencia y reconocimiento que ella.
En nuestro país, su nombre ha quedado relegado al de ayudante de Sarmiento en la empresa de reclutar e importar maestras norteamericanas a la Argentina y su figura no se ha movido demasiado de ahí, ni siquiera en actualizaciones como las propuestas, por ejemplo, por “Las señoritas” (2021) de Laura Ramos. En menor medida, se sabe que fue la traductora de “Facundo”, “Recuerdos de provincia” y otros textos del sanjuanino al inglés, ardua empresa intelectual y editorial cuya culminación la motivó a autodenominarse una pequeña y buena guerrera. De manera que las metáforas bélicas vienen a delinear la imagen de una mujer a tono con su época vinculada a uno de los personajes más destacados de nuestro país.
La asociación es acertada pero escasa, como se comprueba al recorrer las cartas intercambiadas por ambos durante dos décadas, gracias a la minuciosa compilación realizada por Barry Velleman, “My Dear Sir”, traducida por ICANA en 2005 de las cartas de Mary a Sarmiento y de las remitidas por él, publicadas en el Boletín de la Academia Argentina de Letras entre 1934 y 1936. Allí asistimos a un intercambio inédito entre ambas Américas en que los amigos conversan sobre educación, política, traducción, editoriales, guerra, flores y plantas, comidas y alimentación, salud, educación física, celebraciones, afectos, desdichas, maternidad, muerte, donde se aconsejan, se confiesan, se debaten, se necesitan, se admiran y se añoran. Un diálogo cultural y afectivo intenso, determinante para nuestro país que la unió también a Juana Manso en comunidad de ideales igualitarios.
Nacida en Cambridge el 16 de noviembre de 1806, Mary pertenecía a una familia de educadores reformistas. Creció en Salem, lugar de mujeres fuertes, fundó una escuela en Boston y vivió en Cuba entre 1833 y 1835. Allí trabajó como institutriz, aprendió español y vio de cerca la vida de los esclavos en las plantaciones de azúcar, experiencia que acentuó su antiesclavismo y dio lugar a la novela “Juanita: A Romance of Real Life in Cuba Fifty Years Ago” (Juanita: Un romance de la vida real en Cuba hace cincuenta años).
A su regreso, se casó con Horace Mann, emprendió con él un largo viaje en misión educativa y continuó una serie de escritos didácticos destinados a niños, que combinaban la ficción con el conocimiento de la naturaleza, objetos de interés y pasión constante para Mary. Entre ellos, “Primer of Reading and Drawing” (1841) y “The Flower People: Being an Account of the Flowers by Themselves” (1842), este último una serie de cuentos en que una niña aprende biología a través de los diálogos que mantiene con las plantas del jardín de su madre. Mary escribió estas ficciones botánicas para enseñar a sus pequeños alumnos y las publicó en 1842 como “by a lady”. El anonimato no privó que la obra se reeditara siete veces, ilustrada con pinturas originales de su sobrina Hawthorne, hasta 1899 y puede encontrarse en Google books.
Además de los fragmentos traducidos por Juana Manso de los libros escritos en colaboración con su hermana Elizabeth para los “Anales de la educación común”, ninguno de sus trabajos fue llevado al español hasta este año en que, finalmente Mary es protagonista del segundo volumen de “Esa plaga de polleras” (leer entrevista de LA CAPITAL a sus editoras), una colección dedicada a escritoras pioneras en la reivindicación de los derechos de la mujer destinada a estudiantes de la escuela secundaria, y a los que egresaron hace tiempo, también.
Se trata de un proyecto financiado por la Secretaría de Políticas Universitarias de la UNMdP, a cargo de Milena Bracciale, Rocío Sadobe y Marinela Pionetti, con ilustraciones de Carolina Bergese (@caromask) y es editado por Eudem en doble formato papel y digital. Pueden descargarse en forma gratuita ingresando a https://eudem.mdp.edu.ar/lista_asignacion_libros.php?idColeccion=44. Allí también se alojan los dedicados a Juana Manso, amiga epistolar de Mary, Rosa Guerra y Alfonsina Storni; y completarán la colección Emily Dickinson y Mary Wollstonecraft. También las editoras crearon un Podcast en Spotify con episodios dedicados a cada una de estas mujeres escritoras.
El dedicado a Mary Peabody permite conocer (aunque sucintamente) su vida, curiosidades de su trayectoria, como su afición a la alimentación sana y natural, los pormenores de su amistad con Sarmiento y con Juana Manso, su amor a la infancia y a la naturaleza. Allí puede leerse el cuento de “The flower people” sobre “Las campanillas de invierno” con sus ilustraciones originales, traducido primera vez al español por Karina Belletti y Barry Velleman, amigos de Esa plaga de polleras y apasionados por las mujeres que componen la colección.
El lector también se puede entretener retuiteando los dichos de la autora en la sección “Si Mary fuera twittera” y jugar con las consignas de invención propuestas para jóvenes de 12 a 90 años, para entrenar la escritura disfrutando de conocer a este singular personaje secundario que nos enseña, en cada pasaje de su vida y obra que “el afecto es todo lo que nosotros los mortales podemos ofrecernos los unos a los otros”, como también que “nada que nos ayuda tanto a soportar las calamidades privadas como el tener una visión amplia y esperanzada de los intereses públicos tales como el buen gobierno y la educación”. Esas palabras, destinadas a Sarmiento luego de la muerte de “Dominguito”, anticipan la calidad del consuelo y el consejo de una pequeña y buena guerrera que llevan la firma de una “fiel amiga, Mary Mann”.